TEFIA: La dulce sombra de Federico.
En Agosto de 1933, siendo Presidente de la República Manuel Azaña, firma Niceto Alcalá Zamora, La Ley de Vagos y Maleantes que, en el artículo dos, enumeraba los sometidos a la Ley: “vagos habituales, rufianes y proxenetas” .
El mariquita se peina
en su peinador de seda.
El mariquita organiza
los bucles de su cabeza.
El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza.
La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas.
En julio de 1954, bajo la dictadura de Francisco Franco, se amplía la Ley, quedando así: … los homosexuales, rufianes y proxenetas…” y se les aplicará las medidas siguientes : 1ª.- Internado en un establecimiento de trabajo o Colonia Agrícola… Los homosexuales, sometidos a esta medida de seguridad, deberán ser internados en Instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás.
El 3 de Mayo de 1952, mediante orden ministerial, se cierra el aeropuerto de Tefía. El Ministerio del Aire, cede las instalaciones al Ministerio de Hacienda y éste al de Justicia, para el establecimiento de una Colonia Agrícola. El acto oficial de entrega, tiene lugar, en Agosto de 1953, con el manifiesto desagrado del alcalde de Puerto Cabras, Miguel Velázquez Curbelo. Los primeros internos llegan en Mayo de 1954 y la Colonia funciona durante diez años.
Pero no quiero mundo de sueño, voz divina,
¡Quiero mi libertad! ¡Mi amor humano!
La mayoría jóvenes, entre 18 y 23 años, desterrados de otras islas. En la alforja, recuerdos de marginación y olvido. En el presente, frío, vejaciones y desprecio.
Aire del Norte,
¡Oso blanco del viento!
Alísios destetados
tiene recias cadenas
mi recuerdo.
¡La sombra de mi alma!
Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas
enreda mi ilusión de mediodía
sobre los duros campos de Tefía.
¿Qué habría pasado si Federico , asesinado con negras balas, hubiera terminado aquí, en un cuarto oscuro de Fuerteventura? ¿Se habría trocado, el cantor sublime de la vida, y de la muerte, en un Alexander Solyenitzin, abrupta flor tardía de campo de concentración?
No lo sé. Pero rumiando estos pensamientos, desciendo, en esta clara mañana de 2013, desde Ampuyenta, por Almácigo, a la bella planicie de Tefía. Se han recuperado gavias, el Cabildo ha abierto La Alcogida, un poblado artesanal, muestra de un hábitat que ya no existe. A lo lejos, se divisa un molino encantador y, se pasa a la vera, de una austera molina. Y, hoy, os juro, que es atractivo el paraje, en la limpia paz del día.
Antonio Olmedo Manzanares.