Lo escribí en Noviembre del año 1961, publicado en 2001, en mi libro Servilletas de Papel.
Y Dios creó al hombre y lo puso en el Paraíso Terrenal y, en este paraíso, podía disponer de todas las bestias y fieras salvajes. Y comer de todos los frutos, menos del fruto del árbol de la vida. Y el hombre se multiplicó sobre la Tierra y gozó de todos sus regalos, pero nada le satisfacía. Y, un día, descifró la clave de la información del árbol de la Vida, y manipuló y clonó las cédulas troncales, creando, él mismo, a otro hombre, a su imagen y semejanza. Y Dios le condenó a la desnudez, a la expulsión del paraíso y a la muerte. Y vinieron hombres que se auto-sacrificaban gustosos, a cambio de matar a otros hombres. Y volaron altos edificios y trenes llenos de gente. Y envenenaron los viciados aires del suburbano. Y, al final, se descontroló la mortal espita del átomo convirtiendo en sangre y oscuridad, el bello azul del planeta Tierra. Y, en ese preciso instante, el reloj del Tiempo se paró. Era el año 2027 d.C.
Antonio Olmedo Manzanares.