Por suerte, la biblioteca, siempre, desde mi niñez, ha formado parte de mi vida. En este mismo año, terminando mi primer tomo sobre La Mancha del Quijote, he podido comprobar, que las bibliotecas, siguen silenciosas y activas, en los pueblos manchegos y, deben ser un complemento, digno de visitar, por un turismo que, estoy seguro, será atraído con fuerza, por esta tierra de abiertos horizontes.
Cuando llegué, un día, a Miguel Esteban, a las puertas de un Ayuntamiento, que abría a las ocho de la mañana, me indicaron allí, que la biblioteca, lo hacía a las once, y estaba situada, en un edificio multiusos, en el Parque. En el bar El Acabose, pedí una cerveza de 1/3, que me la acompañaron, con una rebanada de pan y, sobre ella, unas lonchas de jamón, cubiertas con un huevo de codorniz, y la espera, no se me hizo pesada. A las once en punto, Benedicta, la bibliotecaria, me acercó a la mesa de lectura, unos volúmenes, que juzgó serían de mi interés. Enfrente, hay un centro de asistencia médica y un local de La Mujer.
En El Toboso, la biblioteca está al lado del Ayuntamiento, en una plaza bella y solitaria.
La foto, que encabeza este escrito, me la hizo, a traición. Attilio Iannielo (fotógrafo del norte de Venecia), y corresponde a parte de las instalaciones de la Biblioteca de Campo de Criptana. Recuerdo la antigua, en un lateral del Ayuntamiento (hacia el Casino Primitivo). La actual, ubicada en un edificio moderno, en el mismo lugar que ocupaba el antiguo Casino de la Concordia, está frente a la Iglesia, en la calle Santa Ana. A las nueve en punto, abre y atiende la biblioteca el poeta José Aureliano de la Guía, suyos son los versos: “Yo sé verter la tarde entera… tumbado a las espaldas de La Mancha…”
La biblioteca Miguel de Cervantes de Alcázar de San Juan, se encontraba, junto al antes, importante Mercado, en la Plaza. Ahora está en la calle Goya, en un antiguo edificio de las Escuelas Ferroviarias, abre a las ocho de la mañana y, cuando visité su sala de lectura, me asombró ver, a más de sesenta jóvenes, que ocupaban casi todas las mesas de las salas. Me explicaron, que sería por la cercanía de los exámenes pero, en visitas posteriores, estaban igual de concurridas.
En Tomelloso, está en la calle Francisco García Pavón, escritor del lugar. Público en las salas; una esquina ocupada por las numerosas obras de escritores y artistas del lugar: “surco en cruz, ámbito, ejido, parador de verano… vierte desde las estanterías, los versos, su poeta Eladio Cabañero.
En el pueblito de Ruidera (580 habitantes), la biblioteca, solo abre por las tardes, y en ella me sorprendió, una aparatosa tormenta, que me mantuvo sitiado por el agua, treinta minutos.
En la era de las tecnologías, de los móviles y las redes… siempre debemos mantener y visitar los templos bibliotecarios. ¡SILENCIO!.
Antonio Olmedo Manzanares.