Se adelantó ayer, la Luna llena, rosada, del plenilunio, por ser año bisiesto. El día y la noche no favorecían su visión en Campo de Criptana, pero aún así, la vi alzarse al anochecer, justo en el centro de mi campo de visión, un poco a la derecha de la torre de la Iglesia…,
El desierto se despertaba, muy lentamente, durante horas: Dos broncos rebuznos, pasionalmente entrecortados. Cien cantos de gallos, de apenas cuatro notas cortas. Las imprecisas sombras… Los cantos largos, monótonos del muecín, hasta dos veces… Las imprecisas sombras, delimitando ya, los contornos difusos de la jaima. Los colores: un cuadrado blanco, la breve estela verde de la cinta de bienvenida, los globos de colores. El aire seco y frío de las seis de la mañana, en el exterior… Pero aún falta mucho tiempo, para que el calor, el espantoso calor, llegue.
Mi jaima, la jaima de Salma Embareh, se encuentra en el extremo este de la Wilaya de Ausserd. Fue la primera que saludó la Luna, la redonda Luna del Jueves Santo, a las nueve de la noche. Desde ella espera, paciente, al despiadado sol.
Ya se asoma éste, enorme, en el horizonte preciso. Ya se eleva poderoso. Ya barre, con su escoba de fuego, el campo inmenso… Muy pronto, nos obligará a todos, a buscar el cobijo de la jaima.
Miércoles Santo, 8 de Abril de 2020, en un Campo de Criptana, ausente de sus bellísimas procesiones. Deseo que con salud, sigamos en nuestras casas.
Antonio Olmedo Manzanares.