Este 23 F, de 2015, no parece diferente de cualquier otro día. Observo, a las 7 de la mañana, en el vagón atestado del metro, las miradas aún dormidas de la gente, camino del trabajo. Alguna, logra seguir un texto en la tableta. Otro,dormita falsamente. Salgo por Sevilla y observo, la inusual presencia,de grupos policiales con metralleta, que se extiende, más allá del Congreso de los Diputados, hasta el Paseo del Prado.
Las grandes preocupaciones, para el pueblo español, son la CORRUPCION y el PARO. Nuestro Presidente, Sr. Rajoy, dedicó dos minutos, al primer problema y, en cuanto al segundo, nos regaló una promesa de creación de 3.000.000 de puestos de trabajo, que parecieron pocos, en un Presidente caracterizado por el incumplimiento de cualquier promesa.
“Por el cielo del Hemiciclo sobrevolaron las heces”, definía con finura, Raul del Pozo. Pero a las heces, Quevedo, llamaría mierda, con su carga malsonante y aún peor olor. Mierda que se arrojaron los dos primeros espadas, Sánchez y Rajoy , esmerándose, nuestro Presidente, en el insulto y el desprecio al Jefe de la oposición: “No has dado la talla, ni de lejos” y el silencio en la pronta respuesta que tenía a mano, el sucesor del contador de nubes, exjugador de baloncesto.
“Es el último debate del bipartidismo”, afirmaba Albert Rivera. Y, en el País, la viñeta del Roto exponía: ¡Hay que renovar el aire, huele a muerto!”. (Pero un muerto que nos cuesta mucho enterrar enterrar).
Y presidiendo la mesa del Congreso, una, siempre lenguaraz, ahora silente, que se dedica a jugar al Candy Crush. Y yo imagino, al albañil en su andamio, al conductor en su autobús o taxi, a la administrativa, al comerciante, a la cajera o reponedora del supermercado, a todo el que humildemente trabaja, jugando al CANDY CRUSH.
Ya era difícil superar el reto del diputado socialista, de cuyo nombre no quiero acordarme,capaz de votar, con ambos pies. Para hacerlo, tuvo que emplear la cabeza, Celia Villalobos, ni siquiera la necesitó, como tantas otras veces, para jugar con nuestra dignidad.
Soy un Ciudadano que ha tenido siempre las ideas bastante claras y, he votado, a lo largo de mi vida, a diferentes partidos, a veces, al que consideraba menos malo y luego le he censurado por sus tropelías.
Soy un Ciudadano que comprueba el asombro del pueblo, estupefacto ante el secuestro de su voto, arrastrado en un mar de generalizada corrupción.
Soy un Ciudadano que piensa votar a CIUDADANOS, un partido que se presenta desnudo, ausente de corrupción, y sobrado de ideas y principios, comunes a la mayoría de nosotros. Y, no se preocupen, también soy un Ciudadano que si observara, que mañana, ese Partido se ensucia, se lo demandaría.
Solo nos queda, por desgracia, una única ocasión, para moverles la silla a estos políticos, aferrados a ella, ignorando que esa silla nos pertenece.
Antonio Olmedo Manzanares.