¿LA PROSTITUCION CONSENTIDA O LEGALIZADA?

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     Se rumorea que la prostitución, que no es legal, este Gobierno la ilegalice. El oficio más antiguo del mundo, ya, en el Código Hammurabi (1728 años a. de C.), varias leyes se ocuparon de ella: la 134… «si en su casa no hay de qué comer, si su esposa entró en casa de otro, esta mujer no es culpable», y otras muchas más, reconociendo los derechos de herencia de las cortesanas y, aplicando severos castigos, al hijo que proclamara despectivamente, ser hijo de puta.

     En la Grecia antigua, la prostitución se ejercía por hombres y mujeres y Roma siguió, como en tantas otras cosas, el ejemplo de Grecia. Aunque, si en Grecia era bien vista, en Roma, era ya un baldón y las inscribía en un Registro Especial.

     El Papa Clemente VII, obliga, en la Edad Media, a las prostitutas, a pagar tributo a la Iglesia, a cambio de protección y tolerancia.

     Ya, en 1.500, en tiempos oscuros de Inquisición y expulsiones, Fernando de Rojas, en su obra,  La Celestina, ésta, asegura, que también lleva Registro de las putas, y manifiesta: «¿Habíame de mantener el viento? ¿De qué como y bebo?».

     Y, en el siglo de oro de Las Letras, Quevedo, en 1.631, en su repaso de oficios, decía: «Hay rufianes de invención que, por otro nombre llaman pajotes, administradores y amparo de las mujeres públicas». Mientras, aparece en Francia, la prostitución masculina.

    Consentido o reglamentado, situado en los templos y en los más sórdidos lupanares, en el día de hoy, la prostitución está prohibida, casi en toda África y Asia y, en la vieja Europa sí, pero no.

     Y, en España, como en tantas cosas, ¿legal? no, pero sí. La prostitución se ejerce y practica en las calles, a la vista de todos, digamos, como muestra, Calle Montera, de Madrid. También se ejerce y oculta en burdeles, locales de noche y centros de masaje.

     Mientras hemos elevado a lo más alto, la palabra libertad, en detrimento, tantas veces, de la honestidad. La mujer, el hombre, son libres y  el Cristianismo, muchísimo antes que la Revolución Francesa, hace de la Libertad, junto con el Amor, su Código elemental. El Hombre puede tomar partido hasta por el Mal.

     Y tuvo que llegar la cultura del bolsillo, de la macro-economía y del PIB, para que, el gobierno de Rajoy, pusiera valor, 9.127 millones de euros, que se calcula significa, el peso de la prostitución, en el PIB nacional y maquillar un Producto Interior Bruto, de capa caída.

     En su Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez, manifiesta: «Nunca me he acostado con una mujer sin pagarle» y añade: «Las putas no me dejaron tiempo para ser casado». Las putas como refugio. La mujer degradada, infinidad de veces explotada y, aún así, con un halo de misterio y dulzura oculta.

     Hoy, en muchísimas cosas, somos afortunados. En nuestra cultura occidental, está plenamente reconocida, una obviedad: La mujer y el hombre no son iguales, menos mal, pero sí son igualmente valiosos, se complementan y se enriquecen juntos. Y, en una vida tan corta y, con la terrible mutilación para el hombre, de no ser mujer y, de ésta, no poder ser hombre, al mismo tiempo, quiero recordar unos versos de Pedro Salinas: «Querer vivir es anhelar la carne» y reconocer que «Un cuerpo que se busca, solo se encuentra en otros» .

     Legislemos pues, amparemos esas vidas, a veces rotas en mil pedazos, a menudo solamente apagadas en sonrisas, luchemos contra el proxeneta y  la explotación del ser humano, hombre o mujer. Reconozcamos, las vidas diáfanas y las ocultas tras un cristal. Mejoremos su atención social  y sanitaria. A veces pienso, que es muy poco una sola vida, para vivirla.

Antonio Olmedo Manzanares.

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