Un Boeing 767-300, con destino a Toronto (Canadá), sin una rueda y con un motor averiado, estuvo durante horas, volando para quemar combustible y aterrizar, sin problemas, en el aeropuerto de Madrid. Perder uno de los 10 neumáticos no es muy grave, ni tampoco un motor, pues puede volar sin él, y de hecho lo hizo, hasta aligerarse del combustible. Las medidas desplegadas, fueron acordes con la importancia y el tráfico del aeropuerto de Barajas.
A las 12,40 horas se cerró el mismo aeropuerto, por la presencia de un dron en el espacio aéreo. Permaneció cerrado hasta las 14,15 horas. 22 vuelos fueron desviados a Valencia, Barcelona, Alicante, Valladolid y Zaragoza. La directora de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, Isabel Maestre, anunció que “se ha abierto una investigación para encontrar el piloto o pilotos de los drones”. ¿Cuánto nos ha costado esta operación, en dinero y prestigio? ¿Puede paliarse con una improbable multa? ¿Existe la posibilidad, que un dron, sea manejado no solo como amenaza de la navegación aérea, sino también, como vehículo, de un arma terrorista convencional o química?.
Casi 50 diputados y senadores, ausentes en la Constitución de las Cortes Generales, en un mitin contra el Rey, hablaron de “la Sociedad catalana, vasca y gallega” y rechazaban la figura del Rey que “impone la unidad de España y sus leyes, negando así los derechos civiles, políticos y nacionales que asisten a nuestras ciudadanías y nuestros pueblos”.
El dron, excluyente e ilegal del separatismo, nutrido con nuestros impuestos, y tolerado por nuestro Gobierno, amenaza todo el espacio de libertad y democracia de España.
Antonio Olmedo Manzanares.